Había ido a ver si estaba todo bien con los hombres-lobos, pero Raúl lo tenía todo bajo control, así que decidí volver a casa. Para mi mala suerte me crucé con dos brujos que me siguieron hasta mi casa, llegué y entré por la ventana, era la forma más fácil de distraerlos. Al cruzar el marco de la puerta sentí una calidez que me extraño, pero no le hice caso.
Miré hacia dentro, estaba la cama, la estantería y veía un poco del escritorio, alguien gritó. En dos zancadas estuve donde la puerta y prendí la luz, entremedio del estante y del escritorio estaba Selene.
- ¿Qué haces aquí? Estabas escondida detrás de la estantería que no te pude ver
Ella no me respondía, eso me cabrío un poco
- ¿Qué haces aquí, en mi habitación?
Ella miró hacia todos lados, yo la seguía mirando
- Yo…yo estaba, mirando la ventana- tartamudeó
- ¿La ventana? –le pregunte dudoso, no pude evitar pensar que Sara tenía algo que ver.
- Sí, la ventana- repitió- ¿Pero como entraste por la ventana? Esto es un segundo piso.
La mire, no quería mentirle, tampoco quería contarle todo, así que le dije que mejor ninguno respondía nada.
Trate de abrir la puerta, pero sentí aquella calidez otra vez, caí en la cuenta que era un hechizo, la puerta estaba impregnada por la esencia y el olor de la flor de ángel, una flor blanca de cuatro pétalos, si el hechizo se hacia bien el demonio que quedase dentro no podría salir hasta que alguien de afuera lo sacara. Mire a Selene y le pedí que intentara abrir la puerta, como supuse no pudo.
- Nos quedaremos aquí dentro, hasta que alguien se de cuenta de que estemos aquí.
- Pero Sara lo sabe- la mire como si fuese tonta- ¡ah! ya veo, ella fue
Me acerqué al escritorio para tomar el notebook, ella aun estaba entre él y el estante.
. ¡¿Quieres salir de ahí?! Puedes sentarte donde gustes.
La chica me miró, miró la silla que estaba en el escritorio y e sentó, por mi parte me tiré en la cama y abrí el notebook.
