lunes, 17 de mayo de 2010

Chocolate & Crema [Cap 4 - Chocolate]

Amaya me fue a buscar, me llevo a cazar, ella necesitaba alimentarme y yo serenarme. Estuvimos toda la tarde en eso, al crepúsculo mi hermana me llevó de vuelta a casa, ella se fue a trabajar.

Entré a la casa y sentí la misma incomodidad que en la escuela, iba a subir las escaleras, cuando alguien me chocó, la miré a los ojos, era ella, sus ojos color miel, su cabello castaño claro y su piel clara, era ella, me rozó un poco, pero aun así pude saber lo que sentía: frustración, alegría, emoción, despreocupación, nervios, preocupación…

Ella salió corriendo y yo miré hacia el final de las escaleras, estaba Sara. La miré, estaba enfurecido, ella ni siquiera debió leerme la mente para saberlo, se metió dentro de su habitación, cerró la puerta con llave una fracción de segundo antes de que yo estuviese ahí.

Me quedé ahí esperando toda la noche hasta que ella salió y me pidió disculpa, le hubiese dicho que no, pero me daba lástima, era mi hermanita, le sonreí y fuimos juntos a clase.

Esa semana Sara estuvo muy amistosa con la extraña chica, por mi parte aun tenia deseos de matarla, pero se agregó un nuevo sentimiento de protegerla, no lo podía entender, le conté a Amaya y me dijo que estaba enamorado, lo mismo dijo Raúl y mis padres, a Sara no le dije nada.

Fue una noche de luna llena, estaba hablando con Sara cuando ella tuvo una visión, la toqué y sentí sus sentimientos: desesperación, miedo, adrenalina, terror, sorpresa, esperanza y alegría,.

- ¿Qué viste? – mi poder solo me permitía sentir lo que el otro sentía.

- Selene…esta en problemas, los lobos la van a matar esta cerca de aquí.

En menos de dos segundos estaba afuera, Raúl conmigo, le dije lo mismo que Sara me había dicho y salimos corriendo, él transformado en lobo, yo en menos de dos segundos estaba encima de un árbol. La vi correr hacia aquí, me agaché y alargue mi mano, ella la vio y la cogió. La subí al árbol y luego a mi espalda. La llevé hacia la casa, podía estar herida. Raúl se quedó solucionando el problema.

Sara nos estaba esperando, la curó, por suerte no tenía heridas profundas, me dijo que la llevase a su habitación. La subí a la pieza de Sara y la acosté

- No te vayas por favor – susurró – no me dejes sola, quédate hasta que me duerma.

Me senté en la cama, ella agarró mi mano y la puso debajo de su cabeza. Al rato se quedó dormida. La miré, los dos impulsos volvieron a mí, el de matarla y el de abrasarla. Me quede sin hacer nada. Estiré mi brazo suelto y le saqué un mechón que tenía encima de su cara.

- ¿Quién eres en realidad? ¿Cómo una simple humana puede provocarme estos sentimientos? – murmuré.

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